jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Movilizaciones? re-direccionando las formas y el contenido

En nuestro espacio nos encontramos en una situación de definiciones importantes que decidirán el curso de las movilizaciones por medio del “volver o no volver a clases” (de antemano, nuestra tesis es la apuesta por una movilización y organización permanentes, superando la dicotomía clases-paro, en donde la discusión sea de origen táctico y estratégico en el plano de lo político), es por esto que hoy pretendemos entregar una serie de elementos de corte analítico en torno a estos 6 meses de movilización a nivel nacional.

Consideramos que la Escuela, más que escuchar el SÍ o el NO de un grupo político en particular, necesita aportes en claridad y, sobre todo, elementos que vayan más allá de la emoción y el mareo que muchas veces provocan procesos como este.

1. Elementos generales de análisis
Por una parte, fragmentos importantes de la discusión se han centrado en el daño que puede infringirle el Movimiento Estudiantil al gobierno, en tanto choque de fuerzas, representada por el conflicto juventud-clase política (sic), sin embargo, el sustento de argumentos como éste dice relación con elementos de popularidad y una supuesta presión internacional que no considera la naturaleza exógena y, por lo tanto, no-controlable de aquellos. Es más, hoy el gobierno ha logrado oxigenar su política, presenta mayor cohesión y posibilidades de maniobra frente a un Movimiento que no pudo superarse más allá de lo mediático en 6 meses.

Hoy por hoy el conflicto se depositó casi de manera íntegra en el Congreso y los resultados del mismo están anclados en un acuerdo parlamentario. Balance: sólo existen intermediarios entre posiciones que se acercan y la posibilidad de encontrar un des-equilibrio es baja.

De la misma manera, las posiciones dispersas en un comienzo se han cristalizado y han conformado a los distintos actores que darán, en esta etapa, seguidilla al conflicto, quienes tendrán la capacidad de ejercer un “tira y afloja” en búsqueda de recursos (caso Consejo de Rectores del CRUCH). Sin embargo, evaluando lo que han sido estas movilizaciones, no podemos des-conocer que el CONFECH se ha estructurado germinalmente como actor, con un discurso unificado y ha logrado causar diversos hitos de movilización, situación no vista en los años anteriores, pero también, donde el vínculo es sólo entre dirigentes, no existiendo en la base misma del movimiento la unificación suficiente, causa de la falta de proyección y nula conducción clara.

Las movilizaciones han asumido en general tres características que denostamos en función de las consecuencias que ha traído: perfil peticionista de la demanda, respeto por lo democrático y formal, discurso ciudadanista y pacífico. Se han manifestado en diversas oportunidades, de múltiples formas, que han configurado un escenario imposible de revertir a estas alturas, en donde, desde el primer encuentro en la Moneda (en septiembre) no ha sido más que “estirar el chicle” en función de mantener la moral en alto, posiciones políticas que sobre-agitan banderas bajo el supuesto análisis de un inexistente empate de fuerzas. Ésta es la condición actual del movimiento.

La debilidad en la conducción se ha tornado una constante, pero la consecuencia más nefasta es la capitalización por parte de otros, debido al innegable buen posicionamiento del CONFECH. Sin embargo, esto no nos acercó más a la victoria, sino sólo a una apertura de la institucionalidad. No es coincidencia que el PS prefiera recomponer la Concertación mirando al PC y no al PPD. A su vez, el movimiento estudiantil ha funcionado como una forma de movilizar recursos del Estado, re-acomodando y refinando la estructura presupuestaria para todo el sistema educativo (inicial, escolar, básica y media), bajo preceptos neoliberales.

Hoy, cuando las debilidades del movimiento obligan a discutir la bajada o no de los paros, es una gran mayoría la que reproduce los conflictos y contradicciones al interior de sus espacios, sin embargo, no son los estudiantes los que deben asumir los costos de una bajada en las movilizaciones. No son las bases las que han capitalizado el asunto, sino el circuito conductor del CONFECH, son ellos los que deben asumir también las consecuencias de una mala dirección del proceso.

2. Situándose en la Escuela
El debate en algún momento, y todavía, se situó entre si se respetó o no el Referéndum de la FECH, en contraste, escasa discusión de ha dado de cuáles son los elementos que permiten el mantener una movilización con las características de una paro total de actividades, ni mucho menos se ha hecho la evaluación, más o menos sistemática, de cómo llevarla a cabo en función de la considerable baja de nuestros compañeros. La “unidad” y la “mantención del bloque”, en una votación general no puede ser un mero puente formal, sino que debe representar la expresión de las condiciones propias de la movilización.

La des-politización generalizada y subsidiada es clara en nuestro espacio, donde muchas veces el hacer política se trata de quedar bien con el otro o consigo mismo, cuando lo que exige la coyuntura es la responsabilidad con el largo proceso que se vive, entendiendo que no se trata de un progresismo a secas ni una inmediatez basada en emocionalidades.



3. Conclusión: desafíos
Aún nos queda mucho por construir puesto que no esperamos que cíclicamente nos levantemos, sino que entendamos la profundidad de las fisuras que denotamos, las pongamos en la mesa y lo vivamos en el cotidiano.

Es necesario, entonces, considerar un proceso de acumulación en la Escuela, que preserve y proyecte las fuerzas y, sobre todo, que supere la des-organización y la des-politización que hoy nos impiden revertir la situación actual. Actuar desde lo local no es una mera consigna, sino consiste en medir las fuerzas propias. Es más, algo básico es superar la dicotomía entre estudiar y movilizarse, no es asumir una "nueva normalidad", sino re-pensar nuestra estructura de relaciones.

Aún así, no declaramos con esto el fin de las movilizaciones, o la absoluta derrota de los estudiantes, sino expresamos que si queremos vencer, aún nos queda mucho por construir, mucho más politizar y mucho por re-componer para proyectar el movimiento en base a condiciones favorables para Chile y su pueblo.

Colectivo La Revoltosa
Noviembre, 2011

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