lunes, 16 de enero de 2012

Mapa de la irreverencia política en la Escuela


Situarnos en la Escuela de Gobierno (EGGP) es poner los pies en el irreverente desfile de la diversidad política. El pluralismo en su sentido más formal, la yuxtaposición que agrega preferencias y colores, mezcla gritos y banderas. Suposición de sano juicio que alienta la reproducción de un sistema político nacional carcomido en este pequeño hogar.

Aludimos a una de las características de nuestra Escuela: la gran cantidad de grupos políticos, y su diversidad dotan a este espacio de un difuso escenario al caracterizarlo políticamente, pues tenemos: La Chile para Todos, Centro Derecha Universitaria, Núcleo Acción de Centro Izquierda, Nueva Izquierda Universitaria, Juventudes Comunistas, y por supuesto, nosotros: Colectivo La Revoltosa. De derecha a izquierda, la dispersión es amplia. 

Hablando un poco del pasado, par de años atrás, como Escuela hemos gozado con la presencia más o menos estable de determinados grupos o juventudes políticas, de lado a lado, se ha mantenido más o menos constante la presencia de la derecha, sea en su expresión gremialista o más cercana a liberalismo económico, pivotes estudiantiles de la UDI y RN; más cercano al centro y al progresismo han marcado posiciones, en sus tiempos el bloque Concertación con sus respectivas juventudes: DC + PS + PRSD + PPD; acercándonos más a la otrora izquierda extra-parlamentaria con las Juventudes Comunistas, capitalizando en general el qué hacer más formal (cargos) de la política estudiantil y; por otro lado, poco más difuso, un sector radicalizado, pero organizado, bajo el manoseado rótulo de Ultra, disgregada y con colectivos esporádicos de un nacer y morir constante.

Pisando tierra derecha, el último tiempo nos habla de una característica general, y dos particulares, que tiene su correlato en el movimiento de los partidos políticos funcionales al modelo imperante. En general, existe una re-configuración del bloque dominante, apostando por la creación de grupos que sean más cercanos al estudiante, sin perder sus ejes programáticos de ampliación del capitalismo. En lo particular, tenemos por un lado, una inserción menos doctrinaria del sector derechista, jugando con simbolismos más propios de la izquierda y subordinando elementos estructurales como la negación de la lucha política y, por otro, la tecnificación de la lucha estudiantil, que es su reducción por medidas parche de corte económico o jurídico, apostando de aquí a fórmulas que lleguen al consenso, reflejo de la democracia de los acuerdos.  

Hoy, por factores endógenos de la dinámica partidaria, se difuminan sectores como el PPD y los Radicales, abriendo paso al NACE y el Bloque Socialista Universitario, BSU, (bajo el parasol de la crítica a sus propios partidos) que agrupa el conjunto de ideas cercanas al bloque conductor de la Concertación. De la misma manera, La Chile Para Todos y la Centro Derecha Universitaria tienden a cubrirse bajo el alero de “el estudiante y sus problemas” obviando cuestiones fundamentales como son la expoliación y el rechazo a la política centralizada, articulada con su realidad y mucho más frontal. Es esta misma dinámica, o la síntesis de ésta, que permite el auge de sectores como Nueva Izquierda, sucursal del Movimiento Amplio de Izquierda, MAIZ (díscolos de la Concertación liderados por Arrate), y por otro lado, por omisión de una política de inserción más potente, es que las Juventudes Comunistas han vivido los altibajos propios de las movilizaciones, que hoy dejan fisuras profundas en sus estructuras partidarias. 

Para hablar un poco de nosotros, hace 2 años menos o más se organizó un grupo de estudiantes a partir de una crítica profunda del hacer y qué hacer de la política en la Escuela, dominada por la dinámica que ya describimos, tendiente a perpetuar una disociación entre la (lo) político y el estudiante. Esto no permitía una organización permanente, vaciaba de contenido las discusiones y las restringía al movimiento de los cuerpos político-partidarios. A su vez, nos encaminamos siendo críticos también del camino que recorría esta izquierda más contestataria o radical, y comprendiendo que el camino de una política enfocado sólo en lo marginal reducía el marco de posibilidades para la transformación social. 

En un espacio complejo como éste, es necesario enfocarse en ciertos criterios a la hora de evaluar el papel de cada organización. De nuestra parte, creemos importante:

Entender el trabajo de base, sin dejarlo en la crítica vacía pues necesita de una creciente politización del estudiante y de los espacios mismos, entendida por un parte, como la restitución del vínculo estudiante-política, y por otro, la problematización en los diversos ámbitos de su vida. La política no es un hobby, tiene un profundo sentido ético, tiene que ver con los valores que ponemos en ella y el cómo proyectamos nuestra propia vida desde ello. 

Cuestión fundamental tiene el tratamiento de los temas de tipo académico, formativo o educativo, que son el anclaje básico del estudiante en La Chile pero cuya precarización (pues el sentido del desarrollo actual de nuestras disciplinas tiene un arraigo más profundo en el Mercado) expresada en la limitancia de los estudios actuales, de la forma en que se estudia y del marco de posibilidades futuras, pues no puedo desarrollar más que lo que sirve. Existe un mar de conocimientos, con un centrímetro de profundidad y para ganancia ajenas.

La misma complejidad es la que nos hace re-pensar la verticalidad de las relaciones, no negándolas, ni haciendo una apología al horizontalismo, sino entendiendo en su justa medida la necesidad de responder a condiciones locales en miras de abordar el espacio cotidiano del estudiante, el lugar donde germina la conciencia y la participación se transforma en lucha.

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