lunes, 16 de enero de 2012

Reflexiones sobre la Triestamentalidad


Al calor de las movilizaciones estudiantiles era casi imposible no chocar con la piedra de la comunidad universitaria fragmentada. La necesidad de decisiones consensuadas (o por lo menos respetadas) por una cantidad de gente suficiente tal que “la estrategia de la masividad” siguiera en pie, llevó muchas veces a interpelar a funcionarios y académicos sobre su posición frente a las demandas sociales instaladas. Pero son varios los elementos a considerar al hablar de Triestamentalidad. Uno, es considerar que la triestamentalidad, fue un elemento superfluo, sin proyección en el tiempo y tautológico, en el sentido que la triestamentalidad se asume siempre como algo “positivo”, “deseable” sin mayores consideraciones de las implicancias al respecto.

La triestamentalidad se construye a partir de entender a los tres estamentos en una misma comunidad, y la constitución de aquella comunidad de académicos, estudiantes y funcionarios. Lo dudoso de dicho proceso es la consolidación de aquella comunidad, caracterizada, actualmente, por distintos intereses a veces muy distantes los unos de los otros y que sólo confluyen por participar de un mismo lugar físico. A veces los intereses son muy distintos, a veces ni siquiera existen explícitamente. La situación puede variar mucho de una facultad a otra, pero, en concreto, el hecho es que a pesar de confluir a ratos por una temática común, la triestamentalidad no se construye por la comunidad que dice ser, sino como un medio para. La comunidad triestamental no tiene institución (formal o informal) propia: ausencia de orgánica, alta rotación de participantes sin mayor comunicación entre los que fueron y los que van, falta de identidad, de valores y de cultura propios de una comunidad. 

Y quizás podría faltar todo eso, pero la falta de identidad y proyección en el tiempo es lo que más preocupa. La comunidad triestamental no tiene afanes de empoderamiento dentro de su propia unidad académica, no entiende que las relaciones de poder actuales dentro de ella, los planes curriculares, el concepto de “alumnos”, la connotación de “personal no-académico” provienen de una lógica de universidad donde no se crea conocimiento, sino que se reproduce y según las necesidades de la acumulación de capital. No existe la comunidad triestamental consciente de la lucha que debe dar, con más fuerza, al interior de sus paredes. Y la comunidad triestamental con su posición estratégica dentro de la Universidad y su, teóricamente, capacidad de acumulación de fuerzas bien podría ganar la batalla del conocimiento, de influir en los planes curriculares, de crear co-gobierno universitario.

Ser estudiantes empoderados implica consciencia de la responsabilidad en la construcción de una comunidad triestamental real. La triestamentalidad que teníamos no existe, desaparece en cuanto termina el encuentro, no existe proyección en el tiempo del espacio. La comunidad triestamental existe, y es deseable, sólo en cuanto se constituya como una verdadera comunidad, constante en el tiempo con identidad propia, y ojalá luchando por una educación al servicio de las mayorías.


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