lunes, 19 de septiembre de 2011

Sobre el Lucro en la Educación


Suena de manera cada vez más recurrente, por los rincones de todo el país, la voz de quienes han cargado sobre sus hombros nuevamente, la lucha que en varias oportunidades ha remecido el orden social tanto en América Latina como en el resto del mundo. Una sola voz que alimenta su caudal desde las bases del pueblo, las cuales ponen sobre la mesa el debate en torno a la necesidad de una profunda “Revolución Educativa”. Dicha voz nos demuestra el descontento arrastrado por generaciones, que sin lugar a duda buscan acabar con las barreras que protegen los intereses de la clase dominante. Este descontento prescribe su alma en “el malestar histórico de los pueblos contra la lógica demencial del neoliberalismo, contra la idea burguesa que, además de adoctrinar muchachos con fardos ideológicos al servicio de la explotación, pretende cobrárselos, hacerlos que paguen por esa “educación” que el sistema fabrica para servirse a sí mismo. La náusea” (Domínguez, 2011), que se camufla bajo la idea de “Libertad de Eseñanza”.

Esta “libertad”, resguardada por la ley, “incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales” (Ley General de Educación) siempre y cuando cumpla ciertos requisitos mínimos que serían fiscalizados por el Estado. El mismo que luego de la implementación del sistema neoliberal en Chile, promueve la interrogante de: ¿Por qué no es posible una educación de calidad y la obtención de ingresos simultáneamente?

La “Libertad de Enseñanza” no es más que educar a la sociedad en la ignorancia. La economía y su clase burguesa, no necesitan de un pueblo compuesto por personas educadas y de mentalidad crítica. Su finalidad es crear consumidores desprovistos de conocimiento. No es raro observar que hoy en día se ha desprestigiado y desvalorizado a la educación pública, y esto es visible a lo largo de todo Chile, puesto que cada vez más familias buscan ingresar al sistema de educación particular.

 Esta idea de “buscar un mejor futuro para nuestros hijos” es lo que ha llevado a las clases dominantes a ver en la educación un llamativo y rentable negocio. Un negocio que carece de fiscalización y regulación. Un negocio cuyas utilidades se esconden bajo la mentira de una reinversión en la entrega del servicio. La “calidad” no es más que un estándar de las competencias del mercado, y el vicio que se genera en torno a esta competencia va resguardado por la búsqueda de consumidores. No habrá jamás calidad en la educación particular, puesto que no es interés de las cúpulas contar con una sociedad consciente del mundo que los rodea. Por lo tanto es hasta morboso hablar de una compatibilidad entre la entrega de una educación rica en conocimientos y de libre formación y la obtención de ingresos por parte de aquellas entidades que ofrecen el producto.

Hoy en día la educación particular sólo busca “preparar a la futura mano de obra”. Incluso si hablamos de “calidad” en la educación nos estamos refiriendo a términos netamente económicos, aceptando a ésta como un producto más del mercado.

No necesitamos buscar una educación de calidad, ¡porque no somos una empresa! Necesitamos una educación rica en conocimiento, libre y crítica.

La educación es un motor de crecimiento social que logra ampliar tanto las libertades individuales como de la sociedad en su conjunto, resolviendo problemáticas a las que nos enfrentamos en el día a día. Corresponde a la idea de qué es el ser humano y su realización como tal. La Educación es la lucha que nos corresponde a todos, por todos y para todos.

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