domingo, 18 de septiembre de 2011

¡Y si nos transformaron nuestra Educación en mercancía, los estudiantes seguiremos en Rebeldía!

Frente a las recientes movilizaciones y sus proyecciones, queremos expresar en la siguiente carta nuestra posición como Colectivo: 

Es claro que existe, actualmente, un malestar creciente y un clima de agitación generalizado en la población en torno a diversos temas. En este contexto, la educación nuevamente surge como una demanda primordial, canalizada a través de manifestaciones que, en algunos casos, superan el mes de movilización en las universidades y establecimientos educacionales secundarios a lo largo de todo Chile, criticando la educación como reproductor de la segmentación social y el efecto precarizante que tiene ésta sobre las clases sociales. La educación, en este punto, es central pues el sistema educacional actual se presenta como uno de los más claros sustentos de una sociedad donde las clases están cada vez más divididas. Todo esto, creemos, sirvió de aliciente para que la Universidad de Chile paralizara  sus actividades académicas, incluyendo la toma de la Casa Central y el  95% de carreras movilizadas en solidaridad con las luchas en torno a la educación.

A más de veinte días de paro de nuestra carrera, creemos que es necesario pensar en el devenir de las movilizaciones y conectarlo con el devenir del movimiento social general, sobre todo cuando la participación de nuestros compañeros ha sido altísima en las distintas actividades que se han llevado a cabo. Pensamos en actividades culturales, “asambleas ciudadanas”, tomas y marchas, pero también en las discusiones que se han dado en asambleas, pasillos y medios digitales.

Creemos que el trabajo de base, el volcamiento de conocimiento desde la disciplina a nuestras actividades y el cambio de la cultura política desde la pasividad a una actitud crítica y activa deben ser el sostén esencial en nuestro actuar en la coyuntura de hoy, entendiendo siempre que construir comunidad no es un slogan de campaña sino que se fundamenta realizando un trabajo cotidiano y constante con los que nos rodean.  

Así el trabajo abordado desde las bases supera ideológica y materialmente la lógica gremialista de los petitorios. Tomando como premisa que el motor fundamental de las movilizaciones es el descontento, ya no radicalizado en un solo componente de la sociedad (en este caso los estudiantes) sino que en un amplio espectro de la misma, hace que dichos levantamientos encuentren su cauce en el afloramiento del pensamiento subversivo y crítico de la sociedad misma, reforzando la idea del inicio de un movimiento social nuevo. Lo que está en juego es la forma de ese nuevo movimiento social.

La continuidad de estas movilizaciones no puede depender del aislamiento sectorial de los estudiantes, creemos que es el momento para la construcción de una plataforma única de lucha donde se proyecten los distintos actores con una sólida convicción de transformación social. Se entiende, entonces, por qué nos preocupa el abusivo tono que adquiere el discurso mediático centrado en el endeudamiento y la caracterización de una ciudadanía pasiva, que se mueve con criterios puramente utilitarios y legitima nuestro accionar frentes a los medios o el Gobierno.

Hoy, estos procesos de construcción deben ser capaces de desbordar la organización dirigencial, la inmediatez, su carácter cortoplacista y la difusión mediática, para abrir paso  a la creación de organización permanente, en lucha, que apuesta al largo plazo y se piensa a sí misma.  Creemos que se debe incluir en toda propuesta un trabajo territorial de base en torno a la educación popular con la comunidad que continuamente ha quedado excluida en todas las propuestas y políticas públicas provenientes del Estado, independiente del Gobierno de turno.

Ante la postura del Gobierno, centrada en el perfeccionamiento de los mecanismos crediticios ya existentes, en un fondo de revitalización que se asignaría según criterios que no están bien definidos ni son confiables, que dejan entrever una lógica de competencia mercantil y que hace patente el rol subsidiario del Estado hacia las Universidades, no podemos menos que rechazar su propuesta por insuficiente y mezquina, fruto de un intento por apaciguar el desarrollo de un movimiento social en alza. 

Concluyendo, si queremos subestimar y destruir un movimiento popular creciente y en desarrollo, sentémonos a negociar en una mesa de trabajo con un Gobierno que ha demostrado incapacidad para solucionar los problemas por los cuales protestamos o cerremos el debate con mecanismos de consulta plebiscitarios que no significan más que una raya en un papel que cierran el actuar de ciertos sectores y significan un potencial retroceso y rechazo a nuestras demandas.




¡POR UN EDUCACIÓN GRATUITA, POPULAR Y AL SERVICIO DE LAS MAYORÍAS!

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